viernes, 10 de julio de 2009


Mi poeta

Si se pudiera elaborar una clasificación de los poetas del s.XX, ¿cuál diríamos que es el mejor? No tendría sentido decirlo. Pero hay uno que es irrenunciable: Antonio Machado. Quizá el más importante, ¿por qué?, porque importa a los españoles, aún setenta años despúes de su muerte.
Antonio Machado era un hombre sencillo, modesto, desaliñado, "ya conocéis mi torpe aliño indumentario", sin dinero, profesor provinciano sin puesto importante, para muchos sería un pobre hombre, pero habría que decir un pobre hombre...genial.
Quiero reflejar aquí la influencia que ejerció en él su estancia en Soria de 1907 a 1912. Aunque sevillano, después de Soria, Castilla estará presente en su poesía, será el centro sobre el que girará su obra.
Los años sorianos le marcaron para siempre. Llega a un profundo conocimiento de una ciudad, de un paisaje y de unas gentes que, ya para siempre, llevará en su pensamiento. En Soria tiene quizsás la experiencia más importante de su vida y que llevará para siempre en su corazón:
su amor por Leonor, un amor sincero, tierno, tímido, feliz y, finalmente, destrozado por la muerte. La conoció siendo casi una niña y le entró en el alma. Se casó con ella y en agosto de 1912 la perdió, cuando sólo tenía dieciocho años.
Machado habla de amor, sí,pero hay algo más profundo en su poesía que yo calificaría de enamorada. El amor no es tema, es la raíz, el corazón, el alma. El amor a la mujer, a la tierra, al paisaje, a las gentes.
Veamos ahora un ejemplo de esa identificación y unión del poeta con las tierras y gentes de Soria.


¡Colinas plateadas,
grises alcores, cárdenas roquedas
por donde traza el Duero
su curva de ballesta
en torno a Soria, oscuros encinares,
ariscos pedregales,calvas sierras,
caminos blancos y álamos del río,

tardes de Soria, mística y guerrera,
hoy siento por vosotros, en el fondo

del corazón, tristeza,
tristeza que es amor! ¡Campos de Soria
donde parece que las rocas sueñan,
conmigo vais! ¡Colinas plateadas,

grises alcores, cárdenas roquedas!


He vuelto a ver los álamos dorados,
álamos del camino en la ribera

del Duero, entre San Polo y San Saturio,
tras las murallas viejas
de Soria - barbacana
hacia Aragón, en castellana tierra-.
Estos chopos del río, que acompañan
con el sonido de sus hojas secas
el son del agua cuando el viento sopla,
tienen en sus cortezas
grabadas iniciales que son nombres
de enamorados, cifras que son fechas.
¡Álamos del amor que ayer tuvisteis
de ruiseñores vuestras ramas llenas,
álamos que seréis mañana liras
del viento perfumado en primavera;
álamos del amor cerca del agua
que corre y pasa y sueña,
álamos de las márgenes del Duero

conmigo vais, mi corazón os lleva!

¡Oh, sí! Conmigo vais, campos de Soria,
tardes tranquilas, montes de violeta,
alamedas del río, verde sueño

del suelo gris y de la parda tierra,
agria melancolía
de la de la ciudad decrépita,

me habéis llegado al alma,
¿o acaso estabais en el fondo de ella?
¡Gentes del alto llano numantino
que a Dios guardáis como cristianas viejas,
que el sol de España os llene

de al
egría, de luz y de riqueza!

Este fragmento pertenece a "Campos de Soria", extenso poema, en nueve partes breves, en el que Antonio Machado llega a la cima como paisajista, con un estilo sencillo y sobrio, y con una estrofa escasamente sonora: la silva asonantada. Las diversas partes son  silvas asonantadas, a excepción de la VI (versos octosílabos consonantes con un tetrasílabo) y V (en silva consonante) . Los distintos fragmentos van evocando sucesivamente: el 1, la indecisa
primavera soriana; el 2, el paisaje visto desde la tierra; el 3, el paisaje visto desde la altura; el 4, los pobres labriegos trabajando la tierra, en otoño; el 5, refleja un drama rural y el invierno; el 6, la ciudad de Soria, venida a menos; el 7, sus sentimientos hacia aquellas tierras; el 8, exaltación de las riberas del Duero, donde alcanza la plenitud lírica; el 9, proclamción de su unión con las tierras sorianas y sus gentes. El texto aquí incluido corresponde a las partes VII, VIII y IX.